Queridos Hermanos: Durante
este Año de la Fe debemos maravillarnos por todo lo que Dios nos ha dado a
través del inestimable Don de la Fe. "Regocijaos en el Señor siempre. Una
vez más les digo: ¡Regocijaos! El Señor
está cerca "(Filipenses 4:4). A través de la Fe penetra en nuestro
interior una parte de la alegría eterna del Señor brindándonos un antídoto
eficaz contra el aburrimiento y la oscuridad que de otro modo fácilmente se
posesiona de la gente. La tristeza es una enfermedad muy común, que sólo
la
alegría del Evangelio puede curar. A la luz de Jesús, podemos ver la vida como
un obsequio. Dios, permanentemente
presente, nos enseña a observar respeto por la vida. Toda vida humana tiene un
gran valor que nada puede quitarle y una dignidad que nadie debe ofender.
Momento a momento podemos recibir la Fe, la esperanza y el amor, que nos da la
clave para interpretar la vida y todo lo que ella contiene. La Vida pasa
entonces a tener mas profundidad. Pasamos a ver todo con la mirada
misericordiosa de Dios, principalmente a ese hombre que Dios puso en nuestro
camino.
"¿Qué debemos
hacer?": Esa pregunta la oímos tres veces en el Evangelio de hoy (Lucas
3:10 -18). Puesto que la vida misma es un Don y una Gracia, tenemos que ser
cada vez más conscientes de nuestra obligación de protegerla y defenderla. Como
colaboradores de Dios, tenemos gran responsabilidad de que la dignidad de la
vida sea respetada. De un modo u otro debemos todos luchar por la vida humana.
Desde el primer frágil comienzo en el vientre materno y en especial allí, necesita
el ser humano de toda protección y apoyo. Incluso si nos llaman dinosaurios o
atrasados, debemos defender a todos los seres humanos y su derecho inalienable
a existir. "La vida debe, por tanto, ser protegida con el máximo cuidado
desde la concepción: el aborto y el infanticidio son crímenes abominables
"(Gaudium et Spes, 51), dice el Concilio Vaticano II. Del mismo modo, la
Iglesia toma distancia de la pena de muerte. Estamos agradecidos por el hecho
de que cada vez más países estén aboliendo este bárbaro castigo, mientras nos
preocupa que los homosexuales en algunos países estén amenazados por la pena de
muerte.
"¿Qué debemos
hacer?" Una y otra vez debemos hacernos esta pregunta. El Adviento es
tiempo de conversión, cuando debemos mostrar con palabras y con hechos que
somos guiados por la Luz de la Fe. Como seguidores de Jesús debemos siempre
acudir cuando nuestro prójimo necesita ayuda, sea quien sea. ¿Cuántas veces no
pasamos de largo o hacemos la vista gorda cuando vemos a un mendigo o una
persona necesitada? Porqué son tan pocas las veces que visitamos enfermos y
ancianos? A nuestro alrededor hay siempre alguien esperando por nuestro amor y
nuestro esfuerzo. Los pobres y los necesitados están aquí, en Suecia en medio
de nosotros. Por eso Caritas Suecia realiza en este momento una gran campaña
para hacernos conscientes de lo que podemos hacer por nuestro prójimo en
necesidad. No podemos dejar toda la carga para el Estado y la sociedad y
esperar que otros asuman la responsabilidad. Nuestra diócesis y nuestras
iglesias necesitan realmente de esta campaña. Así, de modo más creíble, proclamaremos
el mensaje de la fe. "El que tiene dos camisas debe compartir con el que
no tiene, y el que tiene pan debe hacer lo mismo "(Lc 3, 11).
Esta misión caritativa es parte de nuestro
llamado como cristianos, es un deber esencial si queremos ser discípulos de
Jesús. Por tanto, es importante que cada uno halle su modo y sus posibilidades
de vivir en el amor como servidor. Caritas nos ayudará a ver cómo también
podemos convertirnos en voluntarios del amor misericordioso, dando de nuestro
tiempo, de nuestro dinero y sobre todo de nuestros corazones a aquellos que nos
necesitan. Es maravilloso cuando nos damos cuenta de que realmente podemos
hacer mucho por los demás, aunque aparentemente sea solamente un pequeño gesto
de amor. Todo lo que se hace por amor da sus frutos. Todo lo que hacemos en
nombre de Jesús lo hace a Él más amado y honrado. Es importante que nuestras congregaciones
adopten este perfil más caritativo, para poder dar testimonio de que el Señor
vive y trabaja en nuestra Iglesia. Caritas no es sólo una asociación u
organización. Caritas es vivir de y en el amor de Dios. Caritas debe
convertirse en responsabilidad y alegría de todos. El compartir con aquellos
que están necesitados es una de las mayores alegrías de la vida. Y a menudo, es
más fácil para los pobres que para los ricos.
El Adviento es el
tiempo en que nos preparamos para el nacimiento de Cristo. Queremos vaciarnos
de todo egoísmo, para poder recibir al Niño en el Pesebre con gran amor. Nos
unimos a la Virgen María, esperando del nacimiento del Niño Jesús. Ella, que
llevará a este niño en su vientre virginal, es el arquetipo mismo del respeto
por la vida humana. Ella es la contrapartida de esa cultura de la muerte que
hoy en día está siendo tan promocionada. Ella es la fiel imagen de la atención
amorosa de Dios a los necesitados, cuando rápidamente fue a las montañas para
ayudar a Isabel (cf. Lc 1,39-40). Vemos en María un icono maravilloso de lo que
Cáritas es. Ella puede ayudarnos a obtener esa profunda reverencia por la vida
humana, a fin de que también nosotros apreciemos al hombre que Dios pone en
nuestro camino. Caritas es más que bellas palabras y conceptos. Caritas es
nuestra forma de vida en Jesús y la continuación de María.
"¿Qué debemos
hacer?", pregunto finalmente por tercera vez en esta carta pastoral. Con
calidez entrego a cada uno de ustedes la tarea de responder a esa pregunta,
queridas hermanas y hermanos. La Fe no nos hace pasivos, sino que por el
contrario nos hace sentir el calor de vida del Espíritu
Santo. "La Fe
sin obras no tiene ningún efecto" (Santiago 2:20). Si realmente vivimos de
la Fe,
ésta siempre dará sus
frutos en los hechos. En su Providencia, Dios ha preparado la obra que está a
la espera de que nosotros, para ser realizada. Dios se nos presenta a menudo
encubierto bajo la forma del prójimo necesitado, esperando por nosotros. Es una
inmensa alegría darnos cuenta de que Dios quiere usarnos en su servicio para
los necesitados. Él tiene gran confianza en nosotros, y espera firmemente que
hagamos un esfuerzo al servicio de la vida y de los seres vivientes. Podemos
elegir qué queremos hacer, pero ninguno de nosotros puede librarse de sus
responsabilidades. Jesús se ha identificado tanto con los débiles y con los
oprimidos, con los despreciados y con los olvidados, que si no lo reconocemos
en ellos, Él no podrá reconocernos como hermanos y hermanas.
Mons. Anders Arborelius OCD, obispo de
Estocolmo.
Estocolmo, fiesta de San Andrés
30.11.2012
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