Mensaje del Papa en el encuentro con las familias por el Año de la Fe.
Pbro. Leonel Larios Medina
15-11-2013
Octubre fue un mes muy intenso en actividades del año de la Fe en Roma. Luego del encuentro internacional de catequistas y vivir la jornada mariana, el Papa encontró los días 26 y 27 a familias de todo el mundo.
Una tarde hermosa de otoño, ahí en la Plaza de san Pedro, comenzó la vigilia de oración siendo signo esa multitud de la gran familia de Dios que somos todos. No era la carne, ni la sangre, sino el Espíritu de Dios quien nos congregaba entorno a Cristo y al sucesor de Pedro, el Papa Francisco.
Algunos días antes, al reunirse con la comisión de cardenales que están analizando las reformas de la curia vaticana, el Papa mostraba ya su interés por
reflexionar con los obispos de todo el mundo “Los desafíos de la familia en el contexto de la Evangelización” (Tema para el Sínodo de los obispos del 2014).
Desde su llegada a la plaza en el papamóvil, donde casi 200 mil personas esperábamos ver de cerca aunque sea por un instante al Papa, se notó el ambiente de familia, como los hijos e hijas, que esperan a que llegue el papá, y escuchar su experencia, el ser confirmados en la Fe.
Como sabemos, el estilo de Papa Francisco es sencillo. Invitó a todos los presentes en su mensaje a venir a Jesús siempre que nos sintamos cansados. A los matrimonios les recordó que el sacramento del matrimonio no es un adorno, es la gracia necesaria para vivir unidos y ser buenos padres de familia. Las personas se casan por la iglesia porque lo necesitan, y no de una manera provisoria, sino para estar juntos toda la vida en las buenas y en las malas.
Tres palabras, nos remarcó el Papa, son muy importantes en la vida familiar: permiso, gracias y perdón. Permiso, cuando nos tratamos con delicadeza, con respeto. Dar gracias siempre, nos dice: “¡Digamos gracias, gracias por el amor! Pero dime, ¿cuántas veces al día dices gracias a tu mujer, y tú a tu marido? ¡Cuántos días pasan sin pronunciar esta palabra: Gracias!”. Perdón… “Todos nos equivocamos y a veces alguno se ofende en la familia y en el matrimonio, y algunas veces –digo yo- vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, pero escuchen este consejo: no acaben la jornada sin hacer las paces. ¡La paz se renueva cada día en la familia! “¡Perdóname!”. Y así se empieza de nuevo.”, Y así nos hizo repetir a todos los presentes estas palabras.
El Domingo, en la misa de clausura, nos invitó en su mensaje a orar juntos, conservar la fe y vivirla con alegría. Que Dios bendiga a todas la familias, que son y están llamadas a ser cada día más, “Iglesias domésticas” donde se conozca a Jesús y la fe crezca día a día, con el testimonio de palabra y de vida que todos los miembros están llamados a ofrecer. ¡Vivamos con alegría la Fe en nuestra familia!
Pbro. Leonel Larios Medina
15-11-2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario