Después de la Fiesta de Pentecostés, el siguiente domingo la Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad. Los católicos y cristianos en general, creemos que Dios es UNO, pero son TRES PERSONAS. Es un Dios comunidad. El Padre engendra al Hijo desde la eternidad y ambos expiran al Espíritu Santo. Dios es amor, y el Amor es
entrega. Las tres personas divinas se entregan, se dan, cada una desde su propia relación. La creación es fruto de ese amor. Dios ha hecho al ser humano persona, capaz de relacionarse con Él y con los demás. La solitariedad siempre será un mal, pues es signo de egoísmo o exclusión. "No es bueno que el hombre esté solo". Momentos de soledad siempre serán buenos, para encontrarnos con Dios y con nosotros mismos, pero nunca en un aislamiento como el que he descrito antes.
La Santísima Trinidad ha querido la Iglesia, llamada a ser comunidad que participa de la Vida de Dios. Toda la misa está llena de referencias a la Santísima Trinidad. Empezamos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Al ofrecer el sacrificio de Cristo el sacerdote dice: "Por Cristo con él y en Él, a tí Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y gloria, por los siglos de los siglos". Y todos decimos: AMÉN! Y al final la bendición es: "Que Dios los bendiga, Padre, Hijo y Espíritu Santo".
Aprendamos de Dios el vivir unidos, viendo las diferencias como riquezas, y los defectos como una tarea por corregir.
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